Uno de los temas más controvertidos que se plantean en el debate del Alzheimer y el modo en que este debe ser tratado es la conveniencia o no de si el enfermo debe ser dejado a los cuidados de la familia, en su entorno habitual, o ser trasladado a una residencia con una sección destinada al cuidado de enfermos de Alzheimer. Ante esta difícil decisión, los familiares y seres más cercanos se encuentran ante los remordimientos y la culpabilidad que pueden sentir al «abandonar» a sus seres queridos a las manos desconocidas de estos centros. Sin embargo, por otro lado está el progresivo proceso degenerativo del paciente que repercutirá tanto en su propia salud como en la de aquellos que le rodean. A la larga, el desgaste será mayor y lo serán también los costes del cuidado. Además, en etapas más avanzadas de la enfermedad se hace más difícil el traslado de un enfermo de Alzheimer a otro entorno que no sea el suyo habitual, pues la sensación de desorientación se puede ver multiplicada y, en consecuencia, puede resultar mucho más perjudicial para su salud ya inmersa en un proceso degenerativo.
Sin embargo, cada día los centros residenciales con instalaciones adecuadas a complementar y realizar progresos en el tratamiento del Alzheimer son cada vez más numerosas. El número y calidad de estos centros crecen como también lo hace la confianza que cada día más familias depositan en ellos. Pese al indeseado cambio que pueda resultar en un principio el traslado del paciente a una residencia o geriátrico con área especializada en esta enfermedad, hay que tener en cuenta que dichos cambios pueden ser más perjudiciales si se espera hasta etapas avanzadas de la enfermedad. Además, se ha demostrado que el paciente tratado desde el principio en manos especializadas, y al tiempo recibiendo visitas regulares de sus seres queridos, acaba por interpretar y asimilar su nueva localización como su «casa». Para que esto se consiga, es altamente recomendable que la familia le visite con regularidad, dándole calor y afecto, puesto que los enfermos de Alzheimer simplemente abandonados a su suerte acaban presentando un decaimiento y debilitamiento más rápido que aquellos que se sienten emocionalmente arropados.
Por tanto, a la hora de enfrentarse a una enfermedad de Alzheimer en un ser próximo, los más cercanos al mismo deben de plantearse la conveniencia o no de si realizar este traslado o no a un centro especializado. Actualmente existen una gran cantidad de centros dotados de los últimos avances en los tratamientos y cuidados del Alzheimer, con salas, gimnasios y talleres de actividades en los que se pueden desenvolver con comodidad y encontrar una rutina constructiva y social que además resulta enormemente beneficiosa para la desacelaración del proceso neurodegenerativo que supone la enfermedad de Alzheimer. Por otro lado, hay familias que se bastan para el cuidado de su enfermo, puesto que son suficientes en número o disponen de tiempo suficiente para poder turnarse y dar un cuidado y atención efectivas al paciente de Alzheimer. En cualquier caso, los parientes y seres más cercanos deben tomar dicha decisión una vez ha sido realizado el diagnóstico de Alzheimer.
Una tercera vía ha surgido para aquellos que no opten por ninguna de las mencionadas opciones o prefieran una solución a caballo entre las mismas: cuidadores a domicilio. Actualmente, profesionales sanitarios se ofrecen a prestar sus servicios de cuidados a enfermos de Alzheimer bien durante unas determinadas horas del día o bien durante las 24 horas.
Encuentra más información en el grupo de apoyo Alzheimer de Aorana.